Ahí tumbado yace, está solo entre tantas cosas carente de cualquier movimiento, sin poder hacer nada. Toda su vida la dedicó a servir a los demás, era un esclavo y no supo vivir de otra manera. Tampoco podía porque estaba, por completo, supeditado a la voluntad de otros, los que le dirigían.
Desde aquel día gris en que comenzó su andadura, siempre estuvo por debajo, era inferior. Sabía que su corta existencia estaría dedicada a crear de manera casi inagotable, pero ese trabajo agotador de cada jornada le haría perecer sin remedio. Nadie le echaría de menos a pesar de haber cumplido a la perfección con su cometido.
Sólo su indirecto asesino lo contemplaba en posición horizontal sin asomo de vida, sin resquicio de esperanza a pesar de que su mirada encerraba cierta pena. Para él, todo había acabado, sólo quedaba el que ese hombre, eterno escritor que devoraba tinta, comprase otro bolígrafo.
autor Fermosell m.s.
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