La agotada piel
salpicada de muda carne
en mareas de hilachas
es el lustre de días
que van aferrados
y surgen sigilosos
de las tinieblas
en superficies desiertas
cuyo aire
distanciado e inmerso
busca cobijarse pronto
para alentar
corazones yermos,
cubren la singular estancia
por donde escapa
la memoria
de olvidos ya vueltos
en vivencias
rotas por la silueta
que anda con pies
de muerte,
y cruzan dormidos
de fe escribiendo
sobre el vacío
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