El incesante ruido, prueba inequívoca de toda huella sonora, producía una señal persistente cuyo trance agudizaba el molesto paso.
Hondo, con temible propósito, sin dilación ni pausa; abortando todo silencio en hábil desprecio, el tenso sonido arrojaba mezquino una imitación resonante que eludía salpicar juicioso al brío certero.
Con estrépito, ausente de ropaje digno, armado de seco desdeño e inusitada rudeza, hacía que cualquier esfuerzo quedara equidistante; fuera de lugar, antes de producirse.
Ofrecidos al sacrificio, inmersos en la conmoción, unos no llegaban siquiera a ser ideados, otros, sucumbían con rapidez pasmosa. Atrapados, intentaban llenar el recóndito espacio de la cautela para hallar sosiego.
La mayoría, en propia lucha de interés, dejaba de saborear el deleite de manifestarse y ser protagonistas.
Quizá el más fuerte, o tal vez el más astuto, sabedor de su propio empeño, aunque carente de lógica, burlase el trepidar continuo de aquel estruendo que parecía eterno y lograse salir a la luz para tomar la realidad ofrecida, pero, el goce amargo de no conocer bien su sentido, el fin buscado que diese razón a su presencia en el desenlace de su resolución, daba pie a que se desvaneciese pronto.
Quedaría invisible, evaporado; dentro de esa maraña que forma la nada y que no ha de verse nunca para decrecer marginado quedando solo en un extremo, allí donde es difícil salir.
Volvería a reunirse con aquellos cuyo temblar constante se sujetaba en la actividad de sus primitivos movimientos; absortos.
Se reciclarían de nuevo y no recordarían que antes, al no tener conciencia de ellos mismos, por un tiempo, habrían sido viejos.
Ahora porfiarían otra vez; de manera alocada, en tropel, para que alguno, tras viajar por la línea marcada terminase alojado en el pórtico de un paraje dilatado y lúcido que conociese su objetivo.
Su proyecto desconocido iría en unión con la idea preconizada, así, al traspasar libre, sin ataduras, el hueco y deforme sitio, aquel agudo silbido cesaría en algún momento para transformarse con oportunidad y tras deducción en un pensamiento joven, sin trabas; lleno de mensaje.
Resonancia
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