Todavía pueblan
la memoria
los restos de mi edad
para ser narrados
en unión
mientras salen
de un lugar escondido
donde el origen
fue su propia cuna
estando comprometidos
con la respuesta
de una vida
que se va sin guardar
más que la tibieza
de una sonrisa
cuya imagen
es página olvidada,
y en la piel
aún están impresas
las llamas de gloria,
pálidas por el tiempo,
que atravesaron
sin miedo
el ardor
de amores distantes
quedando solas
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