Alarmados

Todos esperaban sumidos en medio de una expectación que se hacía insoportable. La atmósfera estaba muy cargada y era difícil lograr alguna bocanada de aire limpio que les diese algo de transparencia a unos pensamientos torpes y acompasados.
La agonía se multiplicaba a cada minuto porque suponían el desenlace de unos días que pasaban lentamente dándose lugar a una pesada eternidad que se cernía sobre sus cabezas sin otro remedio.
La tensión hacía presa en aquellos cuerpos asustados dándoles unos movimientos deambulantes. Ya nada se podía hacer.
Por las calles apenas si había gente todavía, muchos no lo creían porque aquello había sido algo insólito, imposible.
Pero los demás, temerosos más que esperanzados, se comportaban como autómatas mirándose con cierta incredulidad. Otros pensaban, pero no, la impotencia de saberse inútiles, desprovistos de una razón lógica que pudiera cambiar aquella circunstancia que estaba próxima, les aletargaba.
El vaticinio dado era impermutable, la fecha y hora estaba fríamente marcada. Las apuestas, claras. Quizá demasiado descartando el sueño de todo un país, aquel que se había clasificado para disputar la final del campeonato por primera vez en su larga historia.

autor Fermosell m.s.

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