Tus ojos
varados en el surco del azar
son espadas que afilan
el tinte quebrado
de oloroso hospedaje
para posarse dóciles,
trémulos en las avenidas ciertas
donde vuelven al principio
siempre llenos,
manantiales de gracia
que calman las ansias
arrinconadas y huérfanas,
pues al mirarlos
hallan el tesoro
envuelto en tu vientre
desdoblado e inquieto,
y esas lunas peinan
las horas de abrigo
sosteniendo alabanzas
en un cerco melodioso,
sortija blanca capaz de llevar
su ilusión fecunda
a través de cantos
que darán luz,
ellos, tus ojos,
harán temblar el ejemplo
de mis cercanías
para tildar de rosa
cualquier dilación
hasta verlos acariciar
el fruto de tu cristal,
inmersos en un brillo
luminoso estarán detenidos
para arropar de calor
la figura creada en imagen
que adornada,
se hará ser para delicia
de nuestras vidas
Vientre
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