Los expresivos ojos
se contemplan
en arrabales puros
como si vueltos
de prisa
hubiesen vomitado
alfileres
en rocas de pecados
durante celestes miradas,
esos que rasgan los deseos
llorados por
sedientas vergüenzas
en prudentes manos
donde un reposado placer
espera levitar
sobre arrulladas madres
hasta que
las redondeadas figuras
de la codicia olviden
al polvoriento sentido
del revés
que duradero
se clava profundamente
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