Soledades propias
tejidas como helechos
de cola
en arrecifes que tiemblan,
agua de besos y sollozos
quitados al jardín
de la inmensa ventana,
astros vivos
que atraviesan
los parajes
de otra sangre
como guiños
llevados en cadena,
manto que vuela
junto a miradas tardías
en bosques de riberas
con niebla,
viajeros envueltos
de ceniza
que bailan en luces
donde ruedan
suspiros grises
quemados por el deseo
de oloroso embrujo
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