Mirando al cielo evocas
el sabor del destino
en sienes de cabezas
invisibles y cortas
como el amanecer
con frío
de infancia húmeda
y años dormidos
al instante,
mirando al cielo ves
el asombro
de pinceladas lenguas
deslizarse
por las funestas vías
del meditado orgullo,
que llevado
en corrientes de aves
y vestido
con lámparas de misterio
danza bajo crisoles
adornados
de tenue alegría,
mirando al cielo buscas
el sitio
trazado sin fondo
por el que bellos labios
se inclinan sobre
cavernas de amapolas
y traen
la apacible calma